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Ibiza no solo cambia de luz o de ritmo con cada estación. También cambia de sabor. Hay días en los que apetece frescura, otros en los que el cuerpo pide brasas y otros en los que solo quieres algo reconfortante y sabroso, sin más.
Y eso se nota. Porque comer en la isla es también una forma de vivirla. De conectar con lo que te rodea, con lo que pide el cuerpo, con lo que se respira. En Social Point Ibiza, la carta acompaña ese flujo natural: platos que encajan con la energía de cada momento del año, sin perder nunca su identidad.
Aquí no hay postureo, hay sabor. Y cada estación tiene sus protagonistas.
Con el primer calorcito y los días más largos, el apetito cambia. Se buscan cosas más ligeras, pero sabrosas. Que refresquen, pero que dejen huella.
En esos días en los que empieza a oler a verano, una burrata de búfala con aceite de albahaca, rúcula y tomate sabe a mediodía perfecto. El tartar de salmón noruego, con aguacate, lima y cilantro, es de esos platos que no cansan nunca. Y los espárragos al grill con parmesano y sésamo, acompañados de una copa de vino blanco frío, son casi una declaración de intenciones: “ya viene el buen tiempo”.
Es la época de los primeros almuerzos al sol en la terraza, de probar sin prisa, de empezar a compartir.
Cuando el sol aprieta y la piel brilla con sal, lo que más apetece es sentarse a la sombra, pedir varias cosas al centro y dejarse llevar. En verano, la carta se convierte en un juego: todo entra por los ojos, todo invita a compartir.
Las rabas con chips de yuca y mayonesa de cilantro son pura textura. El calamar fresco nacional rebozado en harina de garbanzos es una delicia crujiente y ligera. Y si vas con hambre (de la buena), la parrillada argentina es un festival: tira de asado, vacío, pollo payés, secreto ibérico, chorizo criollo, morcilla… Todo al punto, todo con chimichurri, todo pensado para disfrutar.
El mar también está presente: el pulpo con chimichurri, el salmón con ajo y perejil, incluso las empanadas picantes si te va el sabor con carácter.
Y de postre, lo que se te antoje. Porque en verano, las reglas se relajan.
Cuando empieza a refrescar, el cuerpo lo nota. Y también el apetito. Vuelve la necesidad de sentarse con calma, de pedir platos que reconfortan, que huelen a cocina, a brasas, a hogar.
Un buen punto de partida son las croquetas caseras (de pollo o champiñones), crujientes por fuera, cremosas por dentro. El steak tartar, con solomillo de ternera, mostaza, yema de huevo y tostas de pan Cristal, tiene ese toque elegante que da gusto saborear despacio.
Si lo que quieres es carne, hay donde elegir: desde el chuletón vasco madurado, hasta el vacío Black Angus argentino o el secreto ibérico de bellota. Todos con punto a medida, todos pensados para calmar antojos.
Y si eres más de picoteo, la provoleta con pimientos y un poco de pan rústico al grill ya te hace el día.
Sí, en invierno también se disfruta la isla. Cambia el ritmo, hay menos gente, el aire es más limpio… y el momento de sentarse a la mesa se vuelve aún más especial.
Es tiempo de guarniciones que abrazan: puré de patatas, boniatos al horno con romero fresco, pimientos al rescoldo con miel y ajo. Pequeños acompañamientos que elevan cualquier plato.
Y el cierre, claro, está en los postres. Porque si hay una estación para rendirse al dulce, es esta. El tiramisú “Buenos Aires”, el cheesecake con frutos rojos, el panqueque con dulce de leche, el brownie con helado artesanal… o el clásico Don Pedro, con whisky, helado de crema americana y nueces caramelizadas. Puro abrazo líquido.
Aquí es donde el café dura más, donde nadie tiene prisa por levantarse de la mesa, donde la sobremesa se convierte en ritual.
En Ibiza, el clima lo cambia todo. Y comer bien también es saber adaptarse a eso. Por eso la carta de Social Point Ibiza está pensada para acompañarte durante todo el año. Siempre con producto cuidado, con sabor de verdad, con platos que tienen carácter, pero que también abrazan.
No importa en qué estación vengas. Siempre hay algo que encaja contigo.
Y si estás en la isla… reserva, siéntate, prueba. Porque hay sabores que solo se entienden cuando los vives en el lugar correcto, con la compañía adecuada, y en el momento justo.