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Ibiza desde el mar tiene otra energía. Y cuando vas remando, sin motor, solo tú y el agua, todo se vuelve más nítido. El silencio, el salitre, el sonido del remo rompiendo la superficie… es casi hipnótico.
Hacer kayak en Ibiza no es solo una actividad deportiva. Es una forma diferente de explorar la isla, de llegar a rincones donde no hay caminos, solo mar. Cuevas marinas escondidas, acantilados impresionantes, calas que no salen en los mapas. Aquí no hay música a todo volumen ni beach clubs. Solo tú, el kayak, y el Mediterráneo.
Es un plan perfecto si buscas desconectar, moverte un poco y vivir la isla desde otra perspectiva.
Aunque se puede alquilar un kayak por libre, muchas rutas se hacen con guía. Y no es mala idea, porque te llevan a lugares que ni sabías que existían, y te explican cosas curiosas sobre la zona, la fauna o las formaciones rocosas. Aquí van algunas rutas que no fallan.
Una de las zonas más espectaculares. Salir desde la bahía de San Antonio y remar hacia Punta Galera es una pasada. El paisaje cambia rápido: pasas de zonas abiertas a tramos con rocas altas, formaciones que parecen esculpidas a mano, y alguna cueva que solo se ve desde el mar.
Si el mar está en calma, puedes meterte en cuevas pequeñas donde entra la luz de forma mágica. Ideal para hacer snorkel también.
Al norte de la isla, esta ruta es perfecta si te apetece ver una Ibiza más salvaje. Desde Cala Xarraca puedes remar hacia pequeñas calitas sin nombre, entrar en cuevas y perderte un rato entre rocas.
El agua aquí tiene ese color que parece trucado. Pero no. Es así. Hay zonas donde parar a descansar o incluso tirarte desde alguna roca si te va la adrenalina.
Una opción más relajada, ideal si no tienes mucha experiencia o vas en familia. Desde Santa Eulalia puedes hacer una ruta bordeando la costa, con tramos suaves y bonitos. Hay pequeñas cuevas, playas poco accesibles y sitios donde fondean barcos que parecen flotar.
No es tan abrupto como el norte o el oeste, pero tiene su encanto. Y menos gente.
Esta es para los que buscan un poco más de aventura. Desde la zona de Es Figueral puedes remar hacia el islote de Tagomago. No siempre se puede llegar, depende del viento y del mar, pero el camino ya merece la pena.
Es un paisaje abierto, con mar profundo, acantilados verticales y muchas sorpresas. Aquí el azul del agua es más intenso, casi eléctrico.
Aunque el kayak es una actividad bastante accesible, hay algunas cosas que es bueno tener en cuenta:
Y sobre todo, pregunta bien por la previsión del mar antes de salir. Si no tienes experiencia, mejor ir con guía. Hay muchas empresas que organizan rutas y se adaptan a todos los niveles.
Tras unas horas en el agua, lo normal es que salgas del kayak con las piernas temblando… y el estómago rugiendo. Y no hay nada mejor que cerrar el plan con una buena comida en un sitio donde te sientas a gusto.
Si estás por la zona de Sant Antoni, una parada muy top es Social Point Ibiza. No solo porque se come bien —que sí—, sino porque el ambiente acompaña: terraza grande, sombra, música suave y platos que te devuelven la energía pero sin pesadez.
Desde pizzas artesanas hasta opciones más saludables, todo con ese toque fresco que apetece después de estar al sol. Perfecto para cerrar el día sin prisas. Con calma. Como toca.
Sin duda. Aunque estés solo unos días, meter una ruta en kayak en tu itinerario es de esas cosas que hacen que el viaje pase de “normal” a “inolvidable”. Porque no es lo mismo ver la costa desde la toalla que descubrirla desde el agua, entrando en una cueva, parando en una roca, remando en silencio.
Y aunque parezca que requiere mucho, en realidad no necesitas experiencia previa. Solo ganas de moverte, mojarte y dejarte sorprender.
Ibiza desde un kayak no es la misma. Y eso es justo lo que la hace tan especial.