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Pedaladas entre pinares, calas secretas y pueblos blancos: redescubre Ibiza al ritmo más auténtico
Subirse a una bicicleta en Ibiza no es solo una elección de transporte: es una declaración de intenciones. Pedalear te permite conectar con los aromas de los pinos, el murmullo del viento y el calor del sol sobre la piel. Cada curva revela un paisaje distinto, cada parada ofrece un momento de calma.
Si vas por caminos asfaltados y pueblos, una bici urbana o de trekking es suficiente. Para senderos costeros y zonas más agrestes, la bicicleta de montaña es tu aliada. También hay opciones eléctricas para quienes buscan comodidad sin renunciar a la experiencia.
Un recorrido fácil y casi llano entre huertos, acequias y campos abiertos. En febrero, el valle de Santa Agnès se llena de almendros en flor. El resto del año, es una invitación al silencio rural y al picnic bajo una higuera.
Saliendo del pueblo hacia el sur, encontrarás caminos que serpentean entre colinas suaves, con vistas hacia Cala Vedella y Cala d’Hort. Ideal para un paseo con paradas fotográficas y un chapuzón al final.
Desde este encantador pueblo del noreste parten rutas circulares que pasan por mercadillos, bosques y fincas tradicionales. Puedes combinar la ruta con una visita a Las Dalias o con una comida casera en algún agroturismo.
Una subida exigente con bajadas emocionantes, bordeando la costa norte. Las vistas hacia los acantilados son espectaculares y Cala d’en Serra, al final, recompensa el esfuerzo con sus aguas turquesa y su ambiente escondido.
Uno de los puntos más septentrionales de la isla, este faro se alza sobre un paisaje casi lunar. La subida es dura pero corta, y el entorno, silencioso y abierto, invita a la contemplación.
El camino desde Sant Antoni hacia Cala Salada alterna zonas de sombra con vistas al mar. El descenso final es un placer en sí mismo, y la cala es perfecta para una pausa larga entre pinos.
De marzo a junio y de septiembre a noviembre, el clima es suave y los caminos están tranquilos. En verano, es mejor salir temprano o al atardecer para evitar el calor intenso.
Lleva agua, protección solar y mapa (aunque muchas rutas están bien señalizadas). Usa casco, respeta a los peatones y evita salirte de los caminos marcados. La naturaleza de Ibiza es frágil y maravillosa: trátala con cuidado.
Explorar Ibiza en bici no es solo recorrerla: es sentirla. Descubrir rincones que no se ven desde la carretera, respirar hondo al final de una subida, saludar a un agricultor en su campo… En cada pedalada hay una historia, una emoción, una conexión. ¿Te animas a descubrirla así?